lunes, 28 de junio de 2010
Fin de semana en Cabo de Gata. Comentarios, impresiones, confidencias, chismorreos...
jueves, 24 de junio de 2010
martes, 22 de junio de 2010
lunes, 21 de junio de 2010
Comentarios mundialileros
Al respecto del partido de hoy entre España y Honduras, me pregunto si, contra el general criterio adulador (la pela es la pela y hay que mantener el interés de la audiencia como sea) de los babosos locutorzuelos de radios y televisiones, soy el único que ha visto un partido mediocre contra una selección indigente en lo futbolístico. Creo que ha sido básicamente lo mismo que contra Suiza, pero con la diferencia de que estos son aún peores que los otros y nos han dejado meter un par de goles. La delantera española PENOSA, especialmente hoy Fernando Torres y sobre todo Jesús Navas, que ha dado no menos de 15.438 centros, todos ellos desastrosos, sin excepción ninguna. Por decir algo favorable, destacaré el digno trabajo de Busquets, Ramos y Villa, aún a pesar de que falló un penalti.
Decepcionante también el estado físico general del equipo, con 25 vergonzantes últimos minutos de asfixia.
En resumen, pólvora MUY mojada y juego espeso contra equipuchos de tres al cuarto. Miedo me da lo que puede ocurrir contra Chile, por no hablar de lo que viene después.
Creo que fui demasiado optimista con mi voto en la encuesta, cuando aposté a que caeríamos en octavos. Visto lo visto, mi pronóstico es que no pasamos de la primera fase, porque perderemos o empataremos el partido que resta.
Cenizo dixit
¡¡Andestán mis perras!!
Saludos
viernes, 18 de junio de 2010
Relato: "Ojos azules", de Arturo Pérez-Reverte
Para conocer los acontecimientos históricos a que se refiere el relato, podéis también echar un vistazo a esto:
http://es.wikipedia.org/wiki/Noche_Triste
Ojos azules
Bum, bum, bum, bum. Apoyado en el portón, bajo la lluvia, el soldado de ojos azules reprimió un escalofrío mientras se ajustaba el peto y ceñía la espada. A su alrededor los compañeros se miraban unos a otros, inquietos. Al otro lado de los muros del palacio, afuera, los tambores llevaban sonando una eternidad. Bum, bum, bum, bum. Había toneladas de oro, pero ahora Moctezuma estaba muerto y se acababan las provisiones y todo se había ido al carajo. Bum, bum, bum, bum. También había miles y miles de mexicanos en la ciudad, alrededor, cubriendo las terrazas, llenando las piraguas de guerra en los canales y la calzada entre los puentes cortados. Mexicanos sedientos de venganza. Bum, bum, bum. Así todo el día y toda la noche, mientras en lo alto de los templos los sacerdotes alzaban los brazos al cielo y preparaban los sacrificios. Bum, bum, bum, bum. Aquello sonaba adentro, precisamente en el corazón, que los más cenizos ya imaginaban fuera del cuerpo, ensangrentado, abierto el pecho por el cuchillo de obsidiana. Bum, bum, bum. Menudo plan, pensó el soldado mirando las caras mortalmente pálidas de los otros. Venir desde Cáceres y Tordesillas y Luarca y Sangonera, que están lejos de cojones, para terminar abierto como un gorrino, con las asaduras hechas brochetas en lo alto de un templo, aquí donde Cristo dio las tres voces. Bum, bum, bum. Y además, de tanto oírlos, aquellos tambores habían adquirido un lenguaje propio. Si uno prestaba atención podía oír que decían: Teules malditos, perros, vais a morir todos hasta el último, y pagaréis el deshonor de nuestros ídolos, y vuestra sangre correrá por las aras y los escalones de los templos. Bum, bum, bum.
Eso decían aquella noche, pensó estremeciéndose, los jodidos tambores de Tenochtitlán.

Bum, bum, bum. Seguía lloviendo cuando abrieron las puertas y empezaron a salir en la oscuridad. Sandoval y Ordás en la vanguardia, con ciento cincuenta españoles y cuatrocientos tlaxcaltecas, con maderos paya reparar los puentes cortados. En el centro, Cortés, otros cincuenta españoles y quinientos tlaxcaltecas con la artillería y el quinto del tesoro correspondiente al rey. Después salieron los heridos, los rehenes, doña Marina y las otras mujeres, protegidos por treinta españoles y trescientos tlaxcaltecas, entremetidos entre los capitanes y la gente de Narváez. Y por fin, Alvarado y Velázquez de León en la retaguardia, con un grupo de los cien soldados más jóvenes que debían moverse a lo largo de la columna, acudiendo allí donde el peligro fuese mayor. Eso, en teoría. En la práctica no había más órdenes que andar ligeros, pelear como diablos y abrirse paso por los puentes y la calzada como fuera. A partir de cierto punto, cada uno cuidaría de su pellejo. Dirección: primero Tacuba y luego Veracruz. Eso, los que llegaran.
El soldado de los ojos azules peleó con bravura, a la desesperada, chapoteando en el barro, abriéndose paso a estocadas. El saco de oro le pesaba en el hombro pero no quiso dejarlo. Había ido muy lejos a buscarlo, y no pensaba regresar sin él. Avanzaba con un grupo de compañeros, batiéndose todos como perros salvajes, matando y matando sin tregua, y de vez en cuando alguno de ellos caía o era arrancado por las manos de los mexicanos y se oían sus gritos mientras se lo llevaban. La noche era cada vez más negra y turbia de bruma y lluvia, y en lo alto de los templos las antorchas ardían iluminando siluetas que se debatían en lo alto de los peldaños rojos, y los cuchillos de obsidiana bajaban y subían sin descanso, y seguían sonando los tambores. Bum, bum, bum, bum. Pero el soldado de los ojos azules ya no oía los tambores porque su corazón latía aún más fuerte en su pecho y en sus tímpanos. Las piernas se le hundían en el barro y el brazo le dolía de matar. Una piragua vomitó más guerreros aullantes que se abalanzaron sobre el grupo, y éste se deshizo, y se oyó la voz del capitán Alvarado diciendo corred, corred que ya no queda nadie detrás, corred cuanto podáis y que cada perro se lama su badajo. Y luego todo fue una carnicería espesa, tunc, y cling, y chas, carne desgarrada y golpes de maza y tajos de espadas, y el soldado oyó más gritos de españoles que morían o pedían clemencia mientras los arrastraban hacia los templos, y se dijo: yo no. El hijo de mi madre no va a terminar de ese modo. Llegaré a Veracruz y a Cuba y a España, y compraré esa tierra que me espera, y envejeceré contando mil veces cómo fue esta asquerosa noche. El oro le pesaba cada vez más y lo hundía en el barro, pero no quiso dejarlo, no lo dejaré nunca, he pagado por cada onza, y sigo pagando.
Vio ante sí unos ojos oscuros como los de aquella india en la que pensaba a trechos, pero éstos venían llenos de odio y la mano que se alzaba ante él enarbolaba una maza. Se abrazó al mexicano, un guerrero águila pequeño y valiente, y abrazados rodaron por el fango, golpeando el otro, acuchillando él. Tajó en corto con la daga, porque había perdido la espada. Sácame de aquí, Dios, sácame de aquí, Dios de los cojones, sácame vivo, maldito seas, sácame y la mitad de este oro la emplearé en misas, y en tus condenados curas, y en lo que te salga de los huevos. Llévame vivo a Veracruz. Llévame vivo a Tacuba. Llévame vivo aunque sólo sea hasta el próximo puente, que ya me las apañaré yo luego.
Siguió adelante, y ya ningún otro español iba a su lado. Soy el último, pensó. Soy el último de nosotros en este puñetero sitio. Soy la retaguardia de una vanguardia que ya está a una legua de aquí. Soy la retaguardia de Cortés y de su puta madre, y este oro me pesa tanto que ya no puedo caminar. Estaba cubierto de barro y de agua y de sangre suya y mexicana, y los pies se negaban a moverse, y el brazo le dolía de tanto acuchillar. Estaba ronco de dar gritos y le ardían los pulmones y la cabeza; pero el hueco del corazón seguía allí, y no podía dejar de pensar en ella.
Estará en alguna parte de esta ciudad con su bastardo en la tripa, mirando lo que pasa. Mirando cómo a los teules nos hacen filetes. Igual hasta piensa en mi. Igual se pregunta si he logrado pasar. Igual hasta siente que me vaya.
Más indios. Ahora ya no intentó escapar. Carecía de fuerzas, así que acuchilló resignado, una y otra vez, cuando la turba le cayó encima dando alaridos. Acuchilló a tajos con una mano sobre el saco de oro y la daga en la otra hasta que sintió un golpe en la cabeza, y luego otro, y otro, y varias manos lo sujetaron, y aún intentó clavarles la daga hasta que comprendió que ya no la tenía. Entonces le arrancaron el saco de oro y se lo llevaron por la calzada bajo la lluvia, a la carrera, arrastrando los pies por el suelo, hacia una de las pirámides cuyos escalones brillaban rojos a la luz de las antorchas en las que crepitaba la lluvia. Y gritó, claro. Gritó cuanto pudo, desesperado, de forma muy larga, muy angustiada, a medida que lo iban subiendo a rastras pirámide arriba. Gritó de pavor ante la multitud de rostros que lo miraba, y de pronto dejó de gritar porque la había visto a ella. La había visto allí, entre la gente, observándolo fijamente con aquellos ojos grandes y oscuros. Lo miraba como si quisiera retenerlo en su memoria para siempre; y él apenas tuvo tiempo de verla un instante, porque siguieron arrastrándolo hasta el altar ensangrentado, que rodeaban cadáveres de españoles con las entrañas abiertas. Ahora oía otra vez los tambores.
Bum, bum, bum. Tiene huevos acabar así, pensó. Bum, bum, bum. Es un lugar extraño, y nunca imaginé que fuese de esta manera.
Sintió cómo lo levantaban en vilo, tumbándolo boca arriba sobre el altar mojado que olía a sangre fresca, a vómitos de miedo, a vísceras abiertas.
Le quitaron el peto, el jubón y la camisa. Sentía un terror atroz, pero se mordió la lengua para no gritar, porque ella estaba allí, alrededor, en alguna parte, y él sabía que seguía mirándolo. Varias manos le inmovilizaron brazos y piernas. Quiso rezar, pero no recordaba una sola palabra de maldita oración alguna. Tenía los ojos desorbitados, muy abiertos a la lluvia que le caía en la cara, y de ese modo vio el cuchillo de obsidiana alzarse y caer sobre su pecho, con un crujido. Y en el último segundo, antes de que la noche se cerrara en sus ojos, aún pudo ver latir en alto, entre las manos del sacerdote, su propio corazón ensangrentado.
Ojalá, pensó, mi hijo tenga los ojos azules.
Arturo Pérez-Reverte.
lunes, 14 de junio de 2010
Caperucita y el lobo machista | Web oficial de Arturo Pérez-Reverte
Me parece genial, mordaz,áspero,divertido.....más allá de lo que se opine del tema .¿No lo creeis así?
A ver si voy bajando algún articulo que otro de este maquinón,y los vamos comentando ok?.Ya vereis que los hay para todos los gustos...
La buena vida.
http://www.luxury4play.com/automotive/36568-worlds-most-beautiful-garages-exotics-insane-garage-picture-thread-50-pics.html
Quien tenga curiosidad por saber de algún coche en particular, que me pregunte. Yo encantado de contribuir (en la medida de mis posibilidades) al enriquecimiento de vuestros conocimientos cochiles.
Buena noticia
Estáis invitados a una mariscada en el hotel de Almería.
Saludos.
jueves, 10 de junio de 2010
Música romántica para gente romántica
Presentados por Gomaespuma
http://descargatump3.com/download/cbd336f/fecal-en-gomaespuma---fecal-coproboys/
La obra cumbre de su romanticismo melódico, versión del clásico francés.
Y aquí otro de sus mayores éxitos. "Canción de amor". No dejéis de oirla.
http://descargatump3.com/download/79962a9/cancion-de-amor---fecal-coproboys/
Un vídeo promocional del grupo
http://www.youtube.com/watch?v=QmO-6kKF_XU
Para profundizar en su concimiento, visita su web:
http://www.myspace.com/fecalcoproboys
Saludos.